¿Fariseo o adorador?
Lucas 7:37-38
“Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.”
Lucas 7:39 "...Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora..." |
Esta historia la hemos leído y hemos escuchado predicar una y otra vez acerca de esta mujer la cual rindió adoración al Señor, sin embargo, hoy no nos enfocaremos en la actitud de la mujer (que fue la de un real adorador)... Hoy nos enfocaremos en la actitud del fariseo:
1. El fariseo se creía juez, pero no lo era: Por lo general sucede con alguien que cree en su corazón que es superior a los demás, de tal manera, considera que está en todo el derecho de emitir una crítica... De hecho, hasta piensa que la manera en que emite este juicio es, el correcto. Por su pensamiento pasan aspectos como: “Si este hombre fuera profeta… “ ¿Profeta? Que profeta va ser! Si lo fuera “conocería quién es y que clase “ persona es quién se le acerca! Pero que va a saber!! Lo está tocando!! Y “es pecadora”! (Lucas 7:39). ¿Sabes? Cuando estamos heridos u ociosos, cuando estamos frustrados, cuando todo nos molesta, cuando todo nos incomoda es sencillo adoptar la personalidad de este fariseo, ocultando lo que en realidad nos sucede y nos duele para empezar a concebir juicio en el corazón, pero cuidado! “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). ¿Queremos de verdad ser sanos? Entonces dejemos la crítica y no dejemos pasar la oportunidad de estar con el Maestro para decirle: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmos 51:10)
2. El fariseo creía saber quién había entrado a su casa, pero no sabía: Vamos a la iglesia pero no sabemos para que, servimos pero no sabemos para quién, hacemos la obra pero nos olvidamos del dueño de la obra. Aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador pero nuestra relación con Él ahora está basada en una apariencia, “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.”(Apocalipsis 2:4) …
Si el fariseo hubiera sabido quién era Jesús, la Palabra no hubiera registrado aspectos como “Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies”, “No me diste beso”, “No ungiste mi cabeza con aceite” (Lucas 7:44). El fariseo olvidó que “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:23-24) ¿Cuantas veces Jesús ha entrado a nuestra casa y no nos hemos dado cuenta por tener una actitud de fariseo?
Si hay dolor, no permitamos que esto afecte nuestra adoración al Señor...
“Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado… “ (Salmos 32:3-6a)
¿Fariseo o adorador?
¿A que huele nuestro perfume?¿A critica, engaño, apariencias y juicio? ¿O alabastro?
Dios les bendiga y que tengan un excelente día en Cristo Jesús!
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